BioHackers usando CRISPR: Una amenaza biológica que no estamos vigilando
Desde hace miles de años el ser humano lleva haciendo experimentos genéticos con todo tipo de organismos. Usando el proceso de selección artificial, el ser humano creó cientos de diferentes tipos de animales y plantas domésticas. Sin embargo, las nuevas tijeras moleculares de la herramienta CRISPR están mejorando nuestra capacidad de modificar el proceso evolutivo como nunca antes y los BioHackers lo están haciendo con poca supervisión, rindiendo cuentas a nadie.
Pero, ¿qué es CRISPR?
Es un sistema inmune que las bacterias desarrollaron para combatir infecciones virales. En los últimos años, científicos han modificado esta arma molecular natural para crear cambios en el ADN de casi cualquier organismo con una precisión nunca antes vista. Vale mencionar que editar el ADN ha sido posible desde los 1970s, sin embargo, CRISPR es órdenes de magnitud más barato y rápido que las tecnologías previas. Los científicos esperan que esta técnica de modificación de ADN eliminará un sin número de enfermedades, entre ellas el cáncer, múltiples tipos de ceguera, y muchas más. Además, CRISPR está mejorando la agricultura y hasta la producción de biocombustibles. Aunque son excelentes noticias, cómo tiende a ocurrir con tecnologias que progresan rápidamente, CRISPR no está sujeto a sistemas de regulación que eviten sus usos peligrosos. Un ejemplo de un grupo usando esta tecnología de maneras cuestionables lo son los BioHackers.
BioHackers
Ya que CRISPR es más barato y puede ser utilizado sin necesidad de un laboratorio multimillonario, una comunidad de científicos civiles, también conocidos como BioHackers, están comenzando a utilizarlo a gran escala. Los BioHackers son un grupo difuso de la sociedad que no necesariamente tienen preparación científica formal. Los BioHackers consideran su cuerpo como un canvas para modificar y perfeccionar utilizando herramientas de la robótica y la biología. Usando esta motivación de perfeccionar su cuerpo, los BioHackers están utilizando CRISPR y otras herramientas moleculares para hacer experimentos en sus cuerpos, en los cuerpos de otros, e inclusive en animales avanzados como perros.
A diferencia de los laboratorios académicos o en la industria, un laboratorio casero de un BioHacker no tiene que pasar por regulaciones para comenzar una serie de experimentos peligrosos. Por ejemplo, un laboratorio tradicional que quiera utilizar CRISPR para crear un nuevo tipo de ratón para estudiar una enfermedad humana tiene que ser examinado varios comités que puede incluir tanto la institución, como el gobierno estatal y federal. Estos determinan si los posibles resultados justifican los experimentos. Entre los factores a considerar están el beneficio al campo, el dolor o sufrimiento del animal, los métodos que se implementarán para que el animal sufra lo menos posible, y muchos otros. Un experimento para modificar el ADN humano tiene que pasar por evaluaciones más complicadas. Sin embargo, casi ninguna de estas regulaciones le aplican a un BioHacker experimentando con su cuerpo o con el de otros organismos. Aunque esto no era un problema mayor en décadas pasadas, la costo-efectividad de CRISPR está permitiendo que cientos y miles de personas experimenten con esta tecnología sin ningún tipo de supervisión o entendimiento del sistema.
Un ejemplo de este escenario es el caso de David Ishee. Aunque no tiene entrenamiento científico ni en veterinaria, el señor Ishee está experimentando con el ADN de perros de raza usando herramientas moleculares. La meta del señor Ishee es eliminar algunas de las condiciones genéticas que sufren muchos perros de raza. Aunque es una meta noble, su falta de entrenamiento en campos de molecular y bioética arriesga a que animales sufran innecesariamente con experimentos que tienen poca posibilidad de tener resultados útiles. El señor Ishee reconoce el posible daño irreparable que le podría causar a estos animales. De hecho, sus experimentos en perros han resultado en múltiples abortos espontáneos, pero lo considera prometedor, pues sugiere que el ADN de estos perros está siendo modificado por sus experimentos. La Administración de Alimentos y Medicamentos, o FDA por sus siglas en inglés, es responsable de regular y aprobar nuevos tratamientos de esta índole molecular. Sin embargo, la FDA, al enterarse de los experimentos caseros en perros, lo único que le comentó a Ishee fue que vender perros con ADN modificado sería ilegal. Sin embargo, no le impuso limitaciones a la continuación de este tipo de experimento.
Una persona como Ishee consigue algunos de los “ingredientes” de sus experimentos en lugares como Amazon, pero los ingredientes principales para experimentos moleculares con CRISPR los obtiene de la compañía The Odin. Fundada por el Dr. Zayner, The Odin vende kits de CRISPR para que cualquier persona pueda aprender y experimentar con la tecnología. El Dr. Zayner comenta que quiere proveer acceso a estas tecnologías al público para acelerar el progreso de la ciencia. Sin embargo, el Dr. Zayner también forma parte del movimiento de BioHackers. En el 2017, en un evento público, el Dr. Zayner se inyectó con las tijeras moleculares CRISPR para apagar un gen de su cuerpo con el propósito de aumentar su masa muscular. Como era de esperarse, su experimento no dio resultados, pues la tecnología no está en ese punto de desarrollo. No obstante, ese experimento resultó en muchos de sus seguidores pidiéndole instrucciones para repetir el experimento en sus propios cuerpos, utilizando los kits que vende en su compañía. Esta maroma resultó en una declaración oficial de la FDA, notificando que es ilegal editar ADN en humanos sin aprobación de la agencia en Estados Unidos. Pero la FDA no lanzó ninguna investigación al Dr. Zayner. El estado de California, por su parte, ahora requiere que los kits de CRISPR tengan una advertencia que indique que estos kits no son para usarse en humanos. Además, el estado investigó al Dr. Zayner por la “practica de medicina sin licencia.” La investigación fue concluida sin ningunas repercusiones aparte de mucha publicidad gratuita. Las medidas no aparentan haber sido suficiente, pues el Dr. Zayner ya a dicho públicamente que estaría inyectándose con posibles vacunas caseras contra el COVID-19 y buscando inspirar a otros a hacer lo mismo.
Video del Dr. Jiankui anunciando públicamente su experimento ilegal editando los genes de fetos que ya nacieron.
El problema de falta de regulación de tecnologías genéticas como CRISPR no se limita a Estados Unidos ni a los BioHackers. En China un doctor ya fue encarcelado por usar CRISPR ilegalmente para editar el ADN de fetos saludables. Los fetos ya nacieron y las modificaciones genéticas seguramente alteraron las células de línea germinal (las que luego serán óvulos o espermatozoides). Esto significa que, en unas décadas, estas personas podrían tener hijos y comenzar a diseminar estas modificaciones genéticas a la población general sin saber las consecuencias a largo plazo. Una alternativa para prevenir la diseminación de estos genes en la población sería no permitir que estas personas tengan hijos/as, pero esto levanta una serie de complicaciones de bioética que son difíciles de reconciliar. A diferencia de los BioHackers, este experimento en fetos humanos no fue hecho en un laboratorio casero. El Dr. He hizo este experimento en una institución con protocolos en pie para evitar que esto ocurra. Sin embargo, este evento deja entender que la herramienta de CRISPR, en parte gracias a costo-efectividad y poder, es fácil de usar de manera tal que esquive esquemas regulatorios.
¿Por qué esto es un problema?
Los actos de los ejecutivos de compañías como The Odin, y la falta de vigilancia por agencias de regulación de Estados Unidos están creando una bomba de tiempo con las tecnologías biológicas. La diseminación desmedida de CRISPR kits está potenciando una situación en la que organismos serán modificados y liberados al ambiente donde podrán infiltrarse en nuestros cuerpos de agua, alimentos y podría tener un impacto negativo en nuestra salud. Además, experimentos en humanos, hechos como eventos publicitarios de compañías que venden estos kits inspirará más auto-inyecciones de CRISPR.
Es fácil pensar, “pues, deja que se inyecten lo que quieran, ellos son los que están haciendo daño a ellos mismos.” Sin embargo, a la primera que uno de estos experimentos cause daños significativos, las legislaturas estatales y federales actuaran de manera reaccionaria, seguramente poniendo restricciones excesivas actuando bajo la sensación trágica del momento. Esto tendrá un efecto negativo en el progreso científico y socavará la confianza y el apoyo del público a estas tecnologías. Más aun, bajo el sistema actual, animales serán victimas de crueldad innecesaria bajo una capa de pseudociencia disfrazada de ciencia legítima.
Posibles soluciones a estos problemas podrían incluir que la FDA cierre lagunas existentes en la regulación de CRISPR fuera de los laboratorios. La FDA tiene el poder para crear reglas de uso y, con el apoyo del Congreso americano, se podría criminalizar usos no justificados de CRISPR. Usos que se podrían criminalizar podrían incluir la utilización de CRISPR en animales avanzados que no tenga propósitos educativos. Los experimentos del señor Ishee deberían ser considerado como crueldad animal ya que no posee ningún tipo de preparación necesaria para hacer este tipo de experimento de manera efectiva. También se podría requerir que personas interesadas en hacer este tipo de experimento fuera de una institución de tradicional tengan que cumplir con los requisitos del Instituto Nacional de la Salud—algunos estados de la nación ya implementaron este requisito. De manera similar, la conducta de ejecutivos de compañías como The Odin u otras que se pueda interpretar como que inspiren a otros a auto-inyectarse con CRISPR debería ser penalizado severamente.
Aunque muchas otras restricciones deberían aplicar, también se debería considerar la influencia positiva de CRISPR. La costo-efectividad de CRISPR, en conjunto con su poder, está permitiendo que muchos niños y adultos puedan entender esta tecnología de primera mano. Seguramente esta accesibilidad está inspirando toda una generación de futuros científicos. Por ende, las restricciones no deberían eliminar su uso en laboratorios comunitarios y otras entidades educativas donde el riesgo ha sido mitigado. Es un balance difícil—seguridad, educación y acceso a CRISPR. Sin embargo, no podemos seguir manejando nuestra herramienta más poderosa de editar ADN como niños con un falso sentido de dominancia sobre la naturaleza. A la larga esta actitud nos va a explotar en nuestra cara y en nuestros genes.